sábado, 4 de septiembre de 2010

La huella digital

Al finalizar el curso escolar le indique a mi hijo de 14 años, lo conveniente de crearse una cuenta en Google, por todos los motivos prácticos que le pueden aportar a un estudiante utilizar esa herramienta 2.0, tan versátil como una navaja suiza. Intente explicarle todas las virtudes y parabienes del universo Google y una vez concluido el discurso lo rematé con “y portate bien”, como si fuera de visita a casa de un amigo a pasar la tarde.
La huella digital que vamos dejando todos los días en el universo binario, queda grabada como bajorrelieve, contando nuestras hazañas y quedan, y forman parte de nuestro de ser y estar, y saber estar se extiende allá a donde vayas, virtual o real (cada vez más difuso) con respeto, “tu libertad llega hasta donde empieza la el otro”. Espero que mi hijo sepa administrar la libertad que se le concede.
Mi CV digital dice de mí que estoy en redes sociales, que tengo una página web que me define como profesional (fotógrafo) y un par de blogs, lo normal, no tengo multas de tráfico, ni publicaciones en el BOE, un ciudadano ejemplar de acorde a los tiempos. Lo cierto es que en mi juventud no existía Internet, de la que no queda rastro digital.
De la práctica de Googlearse sale esto.

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